Bienvenido
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sábado, 11 de octubre de 2008
Calíope Muerta
Bailamos
Dormida
domingo, 21 de septiembre de 2008
Luto
Nuevamente te marchas musa, sé que existe la posibilidad de tu eterno retorno, talvez no igual, talvez sí. Brindo con humo el luto que me causa tu partida, alumbro ésta con cuatro velas en botellas de vino. La cera, no se marcha, se transforma, tú en cambio me eres incierta.
Ya no hay lágrimas, estoy seco, no hay sol en el día. Mi luna se ha escondido en la noche, todo se va: mi Soledad, mi Muerte. Me pregunto si habrá Fénix renacido de las cenizas. Generosa Vida, veo que en este momento no tienes alegrías que darme, me mandas sufrimiento.
Calíope, ¿dónde estás?, ¿qué no te das cuenta que te necesito? Tengo miedo, me siento desamparado y a la deriva, mis guías están muertos, entre muertos trozos de papel e infértil tinta. Incierto es todo, el teléfono ya no es placebo, dormir es lo más deseado: el sueño eterno, sin descanso.
Es ése el momento donde te encuentro, donde no te has ido; en el mundo onírico sigues compañera, amada, amante, madre, hija, pareja. Te encuentro ahí, plurifacial, deseable, bella como siempre, es único momento donde puedo retenerte, donde todo se vuelve perfecto, no hay tiempo: ni presente, ni pasado, ni mañana.
¿Dónde te has ido mi Hoguera?, ¿no sientes acaso mi frío, es que no ves que no sé andar a oscuras? Es claro que te marchas por tiempo indefinido, con tu partida llevas mi amada noche, por eso las madrugadas no son cálidas, todo está oscuro aún de día. Se fueron mis amantes poligámicas, a veces siento que ni yo sigo conmigo.
¿Qué podría hacer, más allá de despedir tu pureza entre blancas velas y humo de cigarros?, ¿esperabas a caso muecas alegres entre risas? Lo dije antes: no hay llanto, tampoco risas, me siento profundamente apático, ¿dónde estás Muerte?, ¿por qué me has abandonado? Ya no puedo sentir tus frágiles miembros en el viento, ni tus fríos dedos bajo las sábanas. Sin el beso nocturno que me infundía vida, comenzaré a envejecer.
Necesito tus nievos labios a mi lado, acostarme contigo, encamarnos, ¿será acaso que no me amas? Siempre habías sido distante, y alejada, ahora un muro más frío que el hielo nos separa, ya las letras no pueden alcanzarte en sus palabras, las frases ya no encuentran tus oídos para posarse. Muerte querida, si tantas cosas me has hurtado ¿por qué no hurtarme de una vez la vida?, te divierte la agonía de saberte perdida. Muerte al parecer muerta has quedado, por eso te velo con las 4 velas y el humo de mi cigarro.
sábado, 13 de septiembre de 2008
Aclaración
domingo, 31 de agosto de 2008
TU RESPUESTA ES parte 3
Desperté como si nunca hubiera tomado veneno alguno, con las sábanas empapadas de sudor al igual que mi ropa, en mi mano no había nada, mi frasco con el precioso contenido se había esfumado, pensé que alguien pudiera haber entrado a mi habitación y llevárselo, pero el pestillo de la puerta estaba echado, talvez la receta había sido un sueño, el más hermoso sueño que jamás nadie había tenido, y probablemente que pudiera tener, talvez nunca habría encontrado hoja alguna que contuviera el secreto de la vida eterna y la fuente de la juventud, talvez Dios no querría que esto siquiera existiera y por eso todo en mi cabeza se esfumaba, y no puedo recordar los ingredientes correctos de cada poción, talvez estaba condenado a ser un mortal como todos... pero mi tristeza que poco a poco ahogaba mi ser, desapareció como las sombras de la noche al despuntar el alba en el instante que por accidente miré hacia un costado de la cama, pues ahí, se encontraba un frasco roto que había derramado su contenido, lo examiné detenidamente y por reflejo condicionado, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi rostro, cualquiera que me viera en ese momento diría que tenía una expresión maliciosa, lasciva, sombría, pero¿ qué saben ellos respecto a cómo me siento? Ellos no saben lo que yo sentía, no saben que esa era la expresión más pura que cualquier cuerpo humano podría mostrar, era una expresión inocente, de alegría, de felicidad, como la de un niño al que le es regalado un perrito, o le es dada la mejor de todas las sorpresas que le pudieran dar, mi expresión era así, tan natural como la sonrisa de un bebé, y todo esto se producía por que sabía que la fórmula no era un sueño, y que pese a estar regada en el piso de mi recamara, podía crearla nuevamente, hacer más no era ningún problema con las hojas guiándome. En ese momento el pánico me invadió, no sabía dónde estaban las hojas, dónde las había puesto, no las veía en la cama, o el escritorio, ni en el buró o el sillón, después de haberme tranquilizado se me ocurrió buscar en algún cajón (nada), atrás de los muebles (nada), debajo de la cama, ahí fue donde había encontrado mi personal mina de oro, la cual nunca compartiría con nadie, yo era el elegido a desafiar los designios divinos estipulados, era como Cristo, vencería a la muerte, y más importante aun, vencería a Dios.
Dejando el sueño de lado, me dispuse a crear más de la fantástica poción -o mejor dicho fantásticas pociones-, seguí mis recuerdos del sueño y viendo que de alguna manera sí podría probar la eficiencia de ambas sustancias, decidí experimentar con algunas criaturas de un tamaño relativamente considerable en donde pudiera ver resultados, compré un par de ratones árabes que son lo que se usan comúnmente en experimentos, cado uno de ellos distinto del otro para no tener que haber complicaciones en cuanto a saber cuál era el ratón de control y cuál el sujeto experimental.
Como era obvio, un ratón no tuvo acercamiento alguno a los brebajes mientras que el otro sí, para fines prácticos denominaré con la letra alfa(a) al ratón experimental, y con la letra beta (b) al ratón de control, y deberé advertir, que el sentido de los experimentos me llevó al hecho de que no bastaría un solo ratón b, y para no extenderme tanto, de una vez aclararé que cada vez que terminaba con un experimento, empezaba el otro con un nuevo b por razones que se sobreentienden.
Ante los ojos de la mayoría de las personas, las pruebas resultarían grotescas y morbosas, y sin embargo para mí todo era de una belleza inigualable, había dado a a en su alimento y bebida ambas pociones en una ocasión que para mi juicio eran más que necesarias, el primer experimento consistía en no comer, durante dos semanas guardé a a y a b en un lugar apartado donde no pudieran tener comida alguna, para ver cuánto tiempo podrían sobrevivir sin alimento, no sé cuánto fue lo que aguanto b sin comida, pero supongo que resultó una muerte de las más horribles que se pudieran hacer, el pobre ratón había sucumbido a sus impulsos biológicos primarios y se había comido su cola hasta donde más alcanzo, sus patas delanteras igualmente fueron testigos mudos del hambre, hasta que se comió parte de su vientre, siendo de esta manera como alcanzó su final -o por lo menos ese era mi deseo ante su pobre sufrimiento-, por el contrario a estaba como si nada, igual de tranquilo que como si hubiera sido ayer el momento de su encierro sin comida; estaba constatado, la comida no sería el punto débil del maravilloso elíxir.
La segunda prueba fue con veneno, no sin antes asegurarme que a no había dejado de lado sus tendencias naturales al alimento, le di comida, trozos de chocolate, pan, leche, queso, a lo que todo comió, dejé que descansara durante un par de días para tomar el veneno y dárselo a ambos ratones, éste sí estuve dispuesto a verlo. El clásico veneno para ratas estaba en sus recipientes de comida, b murió a los pocos minutos de haber comido, mientras que a chillaba de modo espantoso, se retorcía, se arrastraba, su agonía era enorme, tal como lo había sido para mí en mi doloroso sueño, y poco después, a cayó inerte, pensé que había muerto, pero sabía que sólo se había desmayado como me pasó a mí, a las pocas horas a se había recuperado, tomaba agua de su recipiente y comía el alimento que le había dado a cambio del veneno; todo era hermoso.
El siguiente experimento fue en agua, ahogando a los hermosos animales, llenando una pecera donde ponía una tapa para evitar que pudieran respirar sacando su cabeza a la superficie, la desesperación en b era evidente, nadaba y nadaba, roía -o por lo menos eso intentaba- los extremos de la pecera, se sumergía, se movía de un lado a otro, hasta que su cuerpo terminó convulsionándose para flotar en el último instante que precedía a la extinción de la llama de su vida; mientras tanto, a parecía estar conciente de la capacidad inmortal que ahora poseía; no sé si respiraba a través del agua, o si aguantaba el aire, o qué hacía, pero a nadaba y buceaba por toda la pecera, parecía un pez, parecía burlarse de la muerte (que siempre le había estado acechando), diciéndole a cada momento y con cada acto, que era invulnerable ante ella -la muerte-, sabía lo mismo que yo, no sé de qué forma o cómo, pero estaba conciente al igual que yo de su nuevo destino interminable.
sábado, 30 de agosto de 2008
TU RESPUESTA ES parte 2
Vaya tesoro raro que había encontrado, imaginaba las posibilidades de que estas cosas -las de la eterna juventud- fueran reales, todo lo que podría empezar a hacer sabiendo que no envejecería nunca, y había algo extra que se ponía como cereza en la cima del helado, una deliciosa cereza que trataba acerca de la imposibilidad de morir, porque cabe resaltar que el escrito podía dividirse en dos vertientes complementarias: por un lado se encontraba el secreto de la eterna juventud –unas cuatro páginas más o menos- y por el otro la inmortalidad del cuerpo –unas tres páginas-. Eso resultaba genial en todos los aspectos, sencillamente no tenía ningún tipo de belleza comparable con nada, no era el retrato de Dorian Gray que envejecía en el lugar de su dueño, ni la no-muerte sufriendo los estragos del tiempo, sino ambas, una mezcla perfecta de inmortalidad como la que se podía presentar en cualquier tipo de divinidad antigua, y todo se encontraba al alcance de mis mortales manos.
Obviamente la idea era de lo más tentadora, sin embargo existía un pequeño detalle que podía complicar el asunto: era simplemente un libro, algo que podía ser fantasía con mucha facilidad y más aún cuando se encontraba clasificado dentro de un género literario propio de lo irreal, bien podría ser un escrito al estilo Borges en que se mezclara la realidad con la ficción hasta algún punto en el que no se pudiera distinguir entre ambas. Pero la idea de que fuera real era mayor que las contradicciones que pudiera presentar o mejor dicho los contras que le pudiera encontrar cualquier persona.
Tomé –o mejor dicho arranqué- las hojas que contenían estos lingotes de oro literario de su morada dentro de un libro que se encontraba en la segunda fila del pasillo PB143-PD520 de la biblioteca escolar, un libro empastado en color café, no muy grueso, que tenía en letras doradas el nombre del libro -¡No entiendo por qué no puedo acordarme de nada!-,
Recuerdo que ese día algo en mí cambió, por alguna extraña razón todos se veían más felices, el cielo se veía más claro, los sonidos eran más nítidos, los aromas más penetrantes, todo era más intenso para mis sentidos, era como si tuviera sentidos nuevos o como si volviera a nacer, de hecho creo que de alguna forma volví a nacer ese día después de haber tomado las hojas, y sin embargo, aunque así fuera, estaba seguro que ahora nunca me tendría que preocupar por morir, afortunadamente para mí, no se trataba de nada extravagante como ser vampiro y tener que beber sangre de por vida, odiaba la sangre y creo que una vida inmortal de esa manera delimitada a saborearla como único alimento por la eternidad no era nada que resultase atractivo bajo ningún punto de vista, con decir que la sola idea de pensar que el vino donde se remoja la Ostia, para comulgar, es la representación de la sangre de Cristo, me producía una especie de asco y nausea que me llevaba al borde del desmayo; no, la sangre no era nada agradable a la idea de la vida y juventud eternas.
Me fui temprano a mi hogar, quería poner a prueba la veracidad de los documentos que tenía en mano, y como era de esperarse no lo probé de forma inmediata en mí. Disculpen mi descortesía, no he mencionado nada del contenido a mayores rasgos del texto y sin embargo ya ando narrando las pruebas, permítanme enmendar mi error hablando un poco más de lo que hice al llegar a mi hogar para seguir con el orden cronológico del asunto, que los llevará a saber acerca de las cosas mencionadas.
Al llegar a mi casa saqué las hojas de la mochila y las extendí en el escritorio de mi habitación, primero que nada me percaté de que necesitaba ciertos materiales provenientes de la naturaleza, de fácil acceso –la mayoría de los ingredientes- en cualquier mercado con las personas que venden hierbas, plantas y raíces como el romero, jengibre, palo de muerto, y otras tantas que no recuerdo sus nombres, también la receta incluía unas cantidades bastante pequeñas de belladona y tila, en total se trataba de 7 ingredientes <<que no sé por qué me cuestan tanto trabajo recordar>>; pese a mis problemas de memoria tengo que seguir con la historia que nos concierne en estos momentos, no sé cuánto tiempo más tenga, así que trataré de ser breve sin excederme en explicaciones; como iba diciendo, los 7 ingredientes que se habían conseguido de forma relativamente sencilla, habían de ser machacados en un mortero o como decía en el recetario, un molcajete o un metate dependiendo de la cantidad que se quisiera elaborar, eran porciones iguales en volumen las que se debían mezclar, es decir, se trituraba hasta el polvo cada uno de los ingredientes, si el ingrediente era fresco y jugoso, se trituraba parcialmente y después se ponía a secar a la sombra durante el tiempo necesario para que se hiciera polvo y no una pasta extraña, los polvos se combinan en cantidades iguales como ya lo había dicho antes -excepto por la belladona que en altas cantidades podría haberme resultado mortal, de ésta sólo se usaba un tercio de la cantidad normal de cualquiera de los otros ingredientes-, había diversas formas de ingestión, inhalada, disuelta en algún líquido proveniente de un fruto natural, o en pizcas que iban del dedo a la boca; está era la fórmula de la eterna juventud, la cual no podía probar en otra persona que no fuera yo mismo.
Con mi decepción en la prueba de la primera fórmula, no vino el querer dejar que se extinguieran las ganas de probar la otra que era más fácil de poner en práctica con cualquier animal de vida corta. La segunda receta por otra parte, la de la vida eterna, era igualmente sencilla, y los ingredientes de igual manera eran fáciles de conseguir, sin embargo me siento terriblemente apenado por el no poder recordar ninguno de estos, lo único que puedo decir es que a diferencia de la primera receta, el resultado no era polvo, sino un líquido bastante peculiar de color verdoso.
Cuando logré obtener este maravilloso elíxir la alegría no me cabía en el cuerpo, transpiraba alegría por cada poro de mi ser, y embriagado por ésta, me dejé llevar hasta el cansancio, no hice nada más durante horas que admirar el líquido en el envase de vidrio que contenía la más preciable de todas las posesiones materiales que podría existir, hasta que me quedé dormido sin darme cuenta, recuerdo qué soñé, soñé como nunca lo había hecho antes, lo que veía en mis sueños era tan real como si estuviera despierto, sentía, veía, olía, escuchaba, todo de la misma forma que estando en vigilia, hasta llegué a dudar de que estuviera dormido y a decir verdad aún no encuentro nada que me confirme que no era así, excepto la extravagancia del sueño, el encontrarme en mi cama recostado al momento de despertar, y el frasco contenedor del líquido verde roto…
Soñaba, y era el sueño más hermoso que jamás nadie pudiera tener, tengo que admitir que era un sueño doloroso pero lo que al final reflejaba, lo hacia completamente bello; había creado ambas preparaciones y me disponía a probarlas, el elíxir de la juventud me daba la oportunidad de estar tal y como me encontraba en el momento de haberlo tomado, y de eso me di cuenta al romper el contenedor de la poción con la mano por mi excitación, como era de suponerse los vidrios rotos me hirieron la extremidad, pero a diferencia de la suposición anterior que era evidente, el sangrado duró un fragmento de nada en el tiempo; la cicatrización fue completamente inmediata, me di cuenta de las posibilidades que esto significaban, y asumiendo mi capacidad regeneradora de forma veloz, hice lo mismo con mi larga cabellera, la corte al ras, sólo para darme cuenta que poco después de tirar los cabellos, estos ya habían vuelto a crecer hasta donde lo tenía originalmente; me aventé desde un primer piso para ver que daño podía causarme la caída y el daño sólo fue dolor por unos instantes, podía sentir como mis huesos se recuperaban, me corte las muñecas con el agudo filo de una navaja y ni siquiera hubo sangrado, mi regeneración se volvía cada vez más rápida, al parecer nada podía hacerme daño; hice unas pruebas un poco más arriesgadas para confirmar mis sospechas, aguanté mi respiración lo más que pude y mejor me cansé de no respirar, pero yo, incrédulo de poseer tan magnífica capacidad, pensé que se debía a que respiraba sin darme cuenta de que lo hacía, así que metí la cabeza en una bolsa de plástico para seguir obteniendo el mismo resultado, una vez más lo intenté, ahora en una balde de agua ya que la bolsa podía dar pie a que tuviera alguna fuga por la cual pasara el aire, y descubrí lo mismo: no necesitaba respirar para vivir, no ahora, sin embargo sentía un dolor en el pecho producto de la no-respiración, así que decidí volver a hacerlo, total, resultaba más fácil esto que dejarlo de hacer; me pregunté si podría hacer lo mismo con dejar de comer, o de ir al baño, cosa que funcionó con lo primero y con lo segundo más o menos-(es decir, mis intestinos siguieron trabajando con la materia fecal que tenía guardada, al acabarse ésta, también contuve la necesidad que piden los intestinos y los esfínteres-, pues pude aguantar sin comer durante unas semanas, y también de defecar, así que creí cumplir mi cometido, pero el día que volví a comer, también volvieron las ganas de cagar; pensé en un balazo, y lo hice, primero en el pecho y después en la cabeza –tomando el arma de la casa que se encontraba en el despacho, en el segundo cajón del lado izquierdo del escritorio de mi padre-, en ambos casos, la bala a simple vista parecía rebotar, pero no era así, sino que era algo tan rápido que sólo conocía lo que en realidad pasaba porque lo sentía, la bala entraba y más rápido de lo que entraba, mi mismo cuerpo la sacaba y se regeneraba, no puedo negar que el dolor era completamente espantoso, pero la satisfacción que daba el saber que no moriría era aún mayor y por lo tanto estaba dispuesto a tolerarlo. Pensé en la mínima posibilidad de que como lo único que mi cuerpo aceptaba extra era el aire o la comida, por ahí pudiera encontrarse mi perdición, tomé un veneno y su antídoto para ingerirlos y así sacarme de toda duda –obviamente sólo bebí el veneno, el antídoto era como un seguro de vida por si me equivocaba en mi suposición-, y esa experiencia fue la más dolorosa que tuve con mi serie de experimentos, el antídoto fue inútil ya que el dolor junto con la sensación de quemado que se producía en mis entrañas fue tan extremo que caí desmayado, pero antes de quedar inconsciente me acerqué al recipiente del antídoto creyendo que ese momento sería mi fin a menos que lo tomara, sin embargo el dolor fue tal que sucumbí a él con la resignación de mi inminente deceso pensando en el castigo que Dios tendría preparado para mí por querer retar su designio de la muerte.
viernes, 29 de agosto de 2008
TU RESPUESTA ES
TU RESPUESTA ES...
“...todo se nubló, los ojos no proporcionaban ningún tipo de estímulo visual que el cerebro pudiera interpretar y decodificar como suele hacerlo normalmente, sabía que veía algo pues tenía los ojos descubiertos por los párpados además sentía la clásica irritación en el globo ocular producida por observar algo muy brillante, y sin embargo no se daba cuenta, la sensación de ceguera era algo nuevo para él –tal y como lo sería para cualquiera de ustedes si perdiera la vista de forma repentina- , luego el terror lo invadió aún más, notaba que la audición también la había perdido, así como cualquier otro sentido que poseyera su cuerpo aparentemente sin vida ya, en su mente empezó a tomar forma la idea de...”.
-¡No puede ser!, ¿qué más dice el texto?, ¿cómo es posible que así acabe la historia?, ¿estás seguro que no hay nada más? Vamos, busca, algo extra tiene que decir el escrito que encontraste, ¿dice el nombre del autor?, ¿cómo puede ser que sólo esté eso?, ¿dónde lo has hallado?, ¿en la biblioteca de la escuela, en unas hojas sueltas que salieron de un libro de cuentos de H. P. L.?, ¿y son del mismo tipo de letra que la del libro? Me lo imaginaba, no suena como nada escrito por él, de hecho ese no es su estilo, aparte es evidente que esas hojas no son, bajo ningún punto de vista, producidas por alguna imprenta, digo, las letras están hechas a mano, y se ven bastante viejas, no tienen título, ni nada que nos pueda proporcionar información acerca de quién las escribió. El último pedazo de esa hoja fue arrancado, y no sabemos si haya otras más, o dónde empiecen; dices que tienes alrededor de tres semanas de haberlas encontrado y también intetaste hallar más información, supongo que buscaste en Internet y preguntaste en la misma biblioteca, ¿y no has resuelto nada? A ver, déjame echarle un vistazo desde la primera página.
“Sucedió hace unos pocos años, en mi época de estudiante de la media superior no era nadie fuera de lo común. Como todos, me dedicaba a estudiar en ratos y en otros ratos a divertirme... total, yo siempre he creído que la vida es demasiado corta como para malgastarla en cosas que no pudieran proporcionarme alguna clase de placer, o dicho en otras palabras, rehuía de cualquier forma a todo aquello que pudiera causarme sensaciones displacenteras, era un adolescente hedonista, y las probabilidades de morir se encontraban a la vuelta de la esquina, con cualquier conductor de transporte público o particular que se diera a la fuga después de arrollar a alguien para evitar el castigo impuesto por la ley –como si con eso pudiera deshascerse del castigo divino que le estuviera esperando al morir-; o un mal paso en las escaleras eléctricas del metro que me hiciera resbalar y desnucarme; talvez hasta en mi comida pudiera encontrar la muerte, tal y como le pasó al abuelo de Luis, que encontró el final con un grano de arroz atorado en su garganta que le hizo ahogarse –irónico diría yo, sobrevivió a los enfrentamientos armados de su época, para acabar de esta forma-, y la muerte no conforme con el peculiar suceso, se rió de la familia al hacerlo frente a la hija del señor, la cual aun siendo médico, se puso tan nerviosa que no pudo realizar una traqueotomía para así poder permitir la llegada de aire a sus pulmones.
La muerte podría estar aguardándome en algún sitio con mi nombre escrito en un letrero de cartón esperando recibirme como a cualquier persona en un aeropuerto. Por lo tanto lo único que cabía esperar era vivir de manera intensa, disfrutando cada momento que tuviera como si ése pudiera ser el último porque pese a mi creencia en Dios, no había nadie que me hubiera demostrado la existencia de algo más allá; más que nada mi creencia en esto ha sido una especie de esperanza ante la injusticia del mundo y, no la fe incondicional al Reino de los Cielos.
Aviso
sábado, 23 de agosto de 2008
Pasiones parte 2
Las horas pasaron, hice un par de recorridos rutinarios más, saqué basuras, tiré las cenizas de los ceniceros, salí a la entrada, tallé la banqueta, rocié aromatizante en el lobby, en fin, todo lo que tenía que hacer, la aburrida rutina de siempre, únicamente observado por las fotos del Centro histórico a mediados de siglo o antes, incluso me dio tiempo de dormir un poco, hasta las 6.30 de la mañana. Me despertó mi compañero al llegar, no aguantaba el sueño, y aún me faltaban 8 horas para salir de mi turno, estaba muerto. Siempre era así, afortunadamente habiendo actividad el sueño desaparecía, alrededor de las 7.30 llegaba alguien para encargarse de los desayunos, nos pedía ayuda para ir por las cosas al otro hotel -propiedad del mismo dueño, por eso podían guarda las cosas de aquí, allá-. Después todo mejoraba, la actividad era más fluida, había más entradas, y por lo tanto más propinas. El modo de trabajar al haber otro bellboy cambiaba un poco, nos tocaba uno y uno -huéspedes-. Como a las 10 de la mañana alguno de los dos iba por algo de desayunar y comíamos en “la covacha”, el lugar donde llegábamos a cambiarnos y guardábamos nuestras cosas, esta vez le tocaba a mi compañero el ir, saqué de mi chaquetín dinero para que fuera a comprar unos ricos tacos de guisado, al darle el dinero me comentó sobre la limpieza de mi uniforme, y que me lo cambiara porque si no me podría regañar la ayudante del gerente; me preguntó si era sangre y en dónde me había manchado. No me había percatado… rememoré el enojo, el calor, la nariz. Eso me recordó lo de la noche y madrugada recién acontecida, y comencé a contarle lo que había pasado, (claro está que omitiendo algunos detalles). Me sugirió tener cuidado en involucrarme con alguna huésped porque había chismosos ahí que me podrían acusar, y que me acostumbrara a los ticos pues así eran todos los que él conocía. Después de eso se fue, pues ambos teníamos hambre, y yo me cambié el uniforme.
Así pasaron las horas, a la 1 p.m. salió la zorra del 314, me quedé embobado -nuevamente- al verla, pero sentía algo diferente en ella, aunque no podía saber qué era; la de recepción me pidió que fuera a ver al de la 302 y le preguntara si se quedaría puesto que la hora del check out estaba muy próxima, subí a toda prisa para poder ver a la provocadora mujer una vez más, toqué la puerta, estaba emparejada y se abrió.
Al asomarme estuve a punto de vomitar en ese momento, en la cama estaba degollado “el Tico” con mi navaja -la misma que le había prestado a ella-, la sangre había sido absorbida por el colchón, las cobijas, y la alfombra, el aroma era demasiado, corrí al baño del cuarto para dejar ir mis tacos por el desagüe pues no aguanté más, el calor de la habitación en estos días había hecho que el cuerpo apestara por la putrefacción; ahí estaba la gargantilla, eso era lo que le faltaba, tomé el teléfono del pasillo y me comuniqué a recepción, les pedí que detuvieran a la lasciva mujer pues después sería tarde, y llamaran a la policía. La detuvieron justo antes de entrar a un taxi, entre gritos y amenazas profesadas por lo que estaban haciéndole.
Ellos llegaron e hicieron las preguntas de rutina, aunque no hubo mucho que pudieran preguntar, todo era obvio, les comenté lo que había pasado: que habían discutido casi a punto de matarse, que yo le había prestado a ella mi navaja para que abriera sus maletas, que no me la había regresado, que la había escuchado estar en la habitación 302 después de mucho tiempo de haber discutido, estaba gimiendo, pero podría ser que no gimiera de placer sino por el esfuerzo para someterlo y después asesinarlo; los demás huéspedes cercanos a las habitaciones de ellos dos -“el Tico” y la belleza encarnada-, confirmaron lo de la discusión y otros más cercanos lo de los gemidos.
No sé qué pasó después, por algún motivo no me sentí a gusto trabajando ahí, ese mismo día renuncié, entregué mis cosas y unos días después fui por mi finiquito. Llegué a casa, le conté a mi madre todo lo que había pasado, y comprendió el porqué me salí; en la tarde poco antes de dormirme me puse a escribir en mi diario, donde tengo otras historias del hotel, lo que había pasado:
“Querido diario, lo volví a hacer, esta vez fue un tico, el maldito era un avaro y me bajó la vieja a la que le estaba echando el ojo, sin embargo ambos tuvieron lo que se merecían. Como a la una de la mañana llegaron los dos, uno después del otro, fui a comprar unas cosas y ‘el Tico’ se puso a ofenderme, ése fue el primer error del muy estúpido, ella me defendía, y por eso me gustó, después discutieron, bajé a recepción, volví a subir en uno de los rondes nocturnos; estaban cogiendo, ése fue el segundo error de él y el primero de ella, tuve que bajar para que no se dieran cuenta de nada, en la tercera ocasión que subí, ella se estaba bañando, entré a su cuarto, tomé la navaja que le había prestado, tomé su gargantilla -protegiéndome las manos para no dejar huellas claro está-, entré a la habitación de él, estaba dormido, supongo que ni cuenta se dio de lo que le pasó, fui certero nuevamente, la práctica te hace hacer las cosas cada vez mejor, dejé mi navaja ahí, y la pieza de joyería también. Casi me descubre un amigo, encontró sangre en mi chaquetín, pero le dije que era mía, me piqué la nariz hasta conseguirlo para que el de recepción de la madrugada, viera que había sangrado por si acaso necesitaba una coartada, a demás de que así conseguí las llaves para abrir las habitaciones, pues los repuestos están cerca del baño para empleados, tras la recepción. ¿Sabes querido diario? Debo de controlarme más, esta vez lo intenté, pero ningún hijo de puta como ese cabrón me va a tratar de esa manera, y ninguna puta como ella me coquetea en vano, al menos esta vez, sólo maté a uno, la última hice que pareciera que ‘él’ fuera asesinado por ‘ella’ y ésta se suicidara…”
martes, 19 de agosto de 2008
Pasiones parte 1
miércoles, 13 de agosto de 2008
Sandra y Érica parte 4
domingo, 10 de agosto de 2008
Sandra y Érica parte 3
viernes, 8 de agosto de 2008
Sandra y Érica parte 2
Sandra y Érica parte 1
domingo, 3 de agosto de 2008
El charco
viernes, 1 de agosto de 2008
Y seguimos con lo de la libertad
Libertad
Regresando a escribir
Estaba hablando hace unos momentos con una amiga con la que quería, y se cerró en su punto de vista. El motivo de nuestra pequeña discusión era el de las creencias, que el simple hecho de creer o no creer en algo lo hacía verdadero o falso a la realidad. Sinceramente le dije que… bueno por ahí como que no me dan ganas de empezar, comenzaré narrando el suceso desde el principio:
Estábamos hablando acerca de la soledad y de que probablemente lo mío era el terminar quedándome solo, solito y sin nadie a mí lado (bueno casi), y ella mencionó que no lo creía posible pues yo era un romántico empedernido que estaba completamente enamorado y sobre todo enamorado de las chicas, cosa que sinceramente no se los voy a negar y que de hecho en estos momentos les diré que sí, estoy enamorado de una chica, y que de todas formas me siguen gustando muchas más, pero ninguna me mueve el tapete como ella lo hace, y que como le decía: que me soporte a tal grado pues... pero eso no era lo que estaba diciendo cuando discutía con mi amiga (si es que a eso se le llamaba discusión). Comentaba que sí era un poeta loco, enamorado, y le dije que para que sonara más cursi todavía, le agregara que estoy enamorado de la vida y de la muerte en general. Honestamente podría pensar que eso la abrumó un poco ya que me rebatió con que por culpa de personas como yo las ninfas se habían perdido, por cualquier criatura humana o mitológica que les quería quitar su magia y libertad. Del comentario dicho empezamos a debatir un poco sobre la libertad, que para mí en muchos sentidos (o hasta podría ser en todos) es una ilusión aparente, pero es tan complicado el tema que quedé diciendo que era una puta conceptual más, de las más manoseadas de hecho, ya que hay innumerables factores que interfieren, e incluso mencionaba que para mí esa era una concepción muy al estilo de “uno de los males de la caja de Pandora” como lo es la esperanza (es que digo, ¿cómo es posible que alguien diga que la esperanza es algo bueno? –es decir, que te lleva a la autoafirmación- cuando el méndigo mito dice que en esa caja estaban todos los males del hombre; o sea, si uno más uno es igual a dos, entonces, caja contenedora de males más esperanza dentro de la caja, es igual a, esperanza como mal); pero bueno, entonces mencionaba que la libertad sólo existe (por el momento, para mí y hasta donde sé) como concepto, no hay más. Y estoy de acuerdo hasta cierta manera en la contestación que ella me dio: “si así es para ti, pues es verdad para ti” admito que en ocasiones yo también estoy de acuerdo en ese tipo de cosas, como por ejemplo que el tono de blanco que es para cada uno lo es para cada uno, es decir, el homo-mensura de Protágoras pero para las cosas sensibles, mas eso no significa que exista ahí un blanco en discordia, de hecho el problema del homo-mensura queda más y mejor explicado por Platón en su diálogo de Teeteto; aunque independientemente de eso yo le mencionaba que era imposible, y pese a la burrada que pude haber dicho y sobre la cual aún no caigo en conciencia, me dispongo a mencionar cuál fue: le decía que por ejemplo ella puede no creer en una bala y que no por ese motivo, no significa que puedo llegar a darle unos plomazos y no matarla, sólo por el hecho de que ella no crea en las balas, pero ella decía que sí, entonces recurrí a un ejemplo más, mencionando la explosión atómica contra el pueblo japonés durante el final de
Estoy consciente de que en el último ejemplo estoy dando por hecho que a=b es decir, que el no creer en algo es similar o mejor dicho igual a no conocer algo, y obviamente eso no es posible, pero pondré otro ejemplo para mis lectores desconocidos, yo por el simple hecho de creer que no moriré (físicamente y clínicamente hablando, ya que habrá algún listillo que dirá pues puedes volverte una leyenda, un héroe, o ser un escritor reconocido y no morirás nunca… o alguna tontería por el estilo), no significa que no estire la pata algún día; o por creer que puedo respirar bajo el agua, podré hacerlo (me refiero a eso, en el caso de cualquier persona promedio y no mutada, con branquias o algo parecido) o N ejemplos parecidos. Estoy más a favor de creer que puedes lograr algo (sensato) y trabajar para conseguirlo, o tener mucha suerte o algo, es más hasta como los locos esos de la película “el secreto” les creo más posibilidades que las de mi amiga (o conocida como diría ella). Por el momento lo único que puedo decir es que le agradezco que con su actitud y contestaciones, me ayudara para regresar a escribir.