Bienvenido

Hola a todos los lectores fantasmas; anteriormente este blog estaba dedicado a otros fines, pero a sabiendas de que una vez lanzado el proyecto nadie colaboró, y todo se fue llenando de cosas personales, entonces he cambiado la bienvenida. Ahora ago una explícita invitación: a la lectura de mis desgracias literarias, que a uno que otro han gustado y, de igual manera a la colaboración por medio de cometarios sobre las burradas que puedo poner.

Sin más que decir, les deseo que estén bien a todos, y que distribuyan el link si les ha gustado lo que encuentran aquí

domingo, 31 de agosto de 2008

TU RESPUESTA ES parte 3

Desperté como si nunca hubiera tomado veneno alguno, con las sábanas empapadas de sudor al igual que mi ropa, en mi mano no había nada, mi frasco con el precioso contenido se había esfumado, pensé que alguien pudiera haber entrado a mi habitación y llevárselo, pero el pestillo de la puerta estaba echado, talvez la receta había sido un sueño, el más hermoso sueño que jamás nadie había tenido, y probablemente que pudiera tener, talvez nunca habría encontrado hoja alguna que contuviera el secreto de la vida eterna y la fuente de la juventud, talvez Dios no querría que esto siquiera existiera y por eso todo en mi cabeza se esfumaba, y no puedo recordar los ingredientes correctos de cada poción, talvez estaba condenado a ser un mortal como todos... pero mi tristeza que poco a poco ahogaba mi ser, desapareció como las sombras de la noche al despuntar el alba en el instante que por accidente miré hacia un costado de la cama, pues ahí, se encontraba un frasco roto que había derramado su contenido, lo examiné detenidamente y por reflejo condicionado, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi rostro, cualquiera que me viera en ese momento diría que tenía una expresión maliciosa, lasciva, sombría, pero¿ qué saben ellos respecto a cómo me siento? Ellos no saben lo que yo sentía, no saben que esa era la expresión más pura que cualquier cuerpo humano podría mostrar, era una expresión inocente, de alegría, de felicidad, como la de un niño al que le es regalado un perrito, o le es dada la mejor de todas las sorpresas que le pudieran dar, mi expresión era así, tan natural como la sonrisa de un bebé, y todo esto se producía por que sabía que la fórmula no era un sueño, y que pese a estar regada en el piso de mi recamara, podía crearla nuevamente, hacer más no era ningún problema con las hojas guiándome. En ese momento el pánico me invadió, no sabía dónde estaban las hojas, dónde las había puesto, no las veía en la cama, o el escritorio, ni en el buró o el sillón, después de haberme tranquilizado se me ocurrió buscar en algún cajón (nada), atrás de los muebles (nada), debajo de la cama, ahí fue donde había encontrado mi personal mina de oro, la cual nunca compartiría con nadie, yo era el elegido a desafiar los designios divinos estipulados, era como Cristo, vencería a la muerte, y más importante aun, vencería a Dios.

Dejando el sueño de lado, me dispuse a crear más de la fantástica poción -o mejor dicho fantásticas pociones-, seguí mis recuerdos del sueño y viendo que de alguna manera sí podría probar la eficiencia de ambas sustancias, decidí experimentar con algunas criaturas de un tamaño relativamente considerable en donde pudiera ver resultados, compré un par de ratones árabes que son lo que se usan comúnmente en experimentos, cado uno de ellos distinto del otro para no tener que haber complicaciones en cuanto a saber cuál era el ratón de control y cuál el sujeto experimental.

Como era obvio, un ratón no tuvo acercamiento alguno a los brebajes mientras que el otro sí, para fines prácticos denominaré con la letra alfa(a) al ratón experimental, y con la letra beta (b) al ratón de control, y deberé advertir, que el sentido de los experimentos me llevó al hecho de que no bastaría un solo ratón b, y para no extenderme tanto, de una vez aclararé que cada vez que terminaba con un experimento, empezaba el otro con un nuevo b por razones que se sobreentienden.

Ante los ojos de la mayoría de las personas, las pruebas resultarían grotescas y morbosas, y sin embargo para mí todo era de una belleza inigualable, había dado a a en su alimento y bebida ambas pociones en una ocasión que para mi juicio eran más que necesarias, el primer experimento consistía en no comer, durante dos semanas guardé a a y a b en un lugar apartado donde no pudieran tener comida alguna, para ver cuánto tiempo podrían sobrevivir sin alimento, no sé cuánto fue lo que aguanto b sin comida, pero supongo que resultó una muerte de las más horribles que se pudieran hacer, el pobre ratón había sucumbido a sus impulsos biológicos primarios y se había comido su cola hasta donde más alcanzo, sus patas delanteras igualmente fueron testigos mudos del hambre, hasta que se comió parte de su vientre, siendo de esta manera como alcanzó su final -o por lo menos ese era mi deseo ante su pobre sufrimiento-, por el contrario a estaba como si nada, igual de tranquilo que como si hubiera sido ayer el momento de su encierro sin comida; estaba constatado, la comida no sería el punto débil del maravilloso elíxir.

La segunda prueba fue con veneno, no sin antes asegurarme que a no había dejado de lado sus tendencias naturales al alimento, le di comida, trozos de chocolate, pan, leche, queso, a lo que todo comió, dejé que descansara durante un par de días para tomar el veneno y dárselo a ambos ratones, éste sí estuve dispuesto a verlo. El clásico veneno para ratas estaba en sus recipientes de comida, b murió a los pocos minutos de haber comido, mientras que a chillaba de modo espantoso, se retorcía, se arrastraba, su agonía era enorme, tal como lo había sido para mí en mi doloroso sueño, y poco después, a cayó inerte, pensé que había muerto, pero sabía que sólo se había desmayado como me pasó a mí, a las pocas horas a se había recuperado, tomaba agua de su recipiente y comía el alimento que le había dado a cambio del veneno; todo era hermoso.

El siguiente experimento fue en agua, ahogando a los hermosos animales, llenando una pecera donde ponía una tapa para evitar que pudieran respirar sacando su cabeza a la superficie, la desesperación en b era evidente, nadaba y nadaba, roía -o por lo menos eso intentaba- los extremos de la pecera, se sumergía, se movía de un lado a otro, hasta que su cuerpo terminó convulsionándose para flotar en el último instante que precedía a la extinción de la llama de su vida; mientras tanto, a parecía estar conciente de la capacidad inmortal que ahora poseía; no sé si respiraba a través del agua, o si aguantaba el aire, o qué hacía, pero a nadaba y buceaba por toda la pecera, parecía un pez, parecía burlarse de la muerte (que siempre le había estado acechando), diciéndole a cada momento y con cada acto, que era invulnerable ante ella -la muerte-, sabía lo mismo que yo, no sé de qué forma o cómo, pero estaba conciente al igual que yo de su nuevo destino interminable.

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